Arturo García Portillo escribió una editorial en el Diario de Chihuahua que deja la sensación de que están nuevamente y más que divididos los grupos de poder en el Partido Acción Nacional, una presunta separación que ahora es notoria gracias a la inspiración que a letras soltó quien ha estado detrás de telón en el poder panista los últimos años.
El Panista citó ese conflicto entre Dhiacos y Happys, grupos extraoficialmente internos de Acción Nacional, unas corrientes mas conservadoras que otras o simplemente distintos grupos de amigos que en ocasiones se sacan la lengua solo con la inercia que les dejaron sus antecesores.
Por si no se habían dado cuenta o no quedaba claro que persistía una separación aun en tiempos del post-corralismo, con esto queda testimonio de ello.
No se sabe si el mensaje de García Portillo obedece a un deseo de reconciliación del panismo y agruparlos nuevamente en una línea de aquí al 24 o si es un reclamo personal para congraciarse con la gobernadora Maru Campos tras su salida como coordinador en las pasadas elecciones.
Lo cierto es que Acción Nacional no está para separaciones porque viene la madre de las batallas con la sucesión presidencial.
Está caliente el tema con los jueces en el Tribunal Superior de Justicia, luego de la confesión del juez Samuel Uriel Mendoza Rodríguez, de haber sido presionado por la gente de Javier Corral para enjuiciar a la hoy gobernadora María Eugenia Campos.
A pesar de haber sido ratificado por el pleno del Consejo de la Judicatura del Estado, Samuel Mendoza no está exento, incluso está más cerca que lejos de enfrentar un procedimiento por haber actuado en contra de la justicia, la ética y en favor de la corrupción aunque ello haya sido bajo coacción.
Falsificación de documentos, irregularidades en el procedimiento y presión contra jueces para actuar contra Maru Campos debieron ser denunciados públicamente en su momento y no ahora que todos quieren quedar bien con la jefa del ejecutivo.
Solo el simple hecho de aceptar dejarse influenciar para emitir un juicio que deja de lado totalmente la imparcialidad debe bastar para cesar a este y todo quien haya participado en la tranza judicial.
En este escenario, correr a los que actúan a voluntad de los gobernantes debe ser primordial para que los ciudadanos tengamos fe en el Tribunal, en los jueces, en los magistrados y en la justicia propia; No hay que consentir el cinismo ni confundir el arrepentimiento con la inmunidad e impunidad.
