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¿Quién dijo miedo?

POR: MARCO CARRASCO


Lo he venido comentando en casi todas mis participaciones en diferentes espacios y espero, aunque no creo, que deje de darnos de qué hablar. Hablo de la ríspida interacción de México con Estados Unidos desde el retorno al poder del sombrío Donald Trump.

Hace unos días, platicando sobre los conflictos en Medio Oriente y Europa, una persona me decía “yo creo que con todo lo que está pasando, definitivamente ya viene una súper guerra”; a lo que yo respondí, reflexivo “la guerra ya está aquí desde hace mucho, con el terrorismo y la pasivo-agresividad de los gringos todos los días”.

Desglosando lo anterior, empiezo con la amenaza constante de aranceles que se imponen, se quitan, se vuelven a poner y, hasta ahora, no sabemos en qué va a terminar. Están los aranceles al aluminio, al acero, al cobre; este último ligado a la importación desde China y vendido en EUA y la amenaza que pende sobre el sector automotriz y, por supuesto, el arancel al jitomate con la velada intención de afectar a uno de nuestros principales productos de exportación.

Como escribo desde la frontera, no puedo omitir el tema del gusano barrenador, que ha sido un desastroso efecto dominó desde que la pasada administración federal canceló las medidas e instalaciones para combatirlo y fue laxo con la importación ilegal de ganado desde Centro y Sudamérica. A esto sumo las acciones que han generado sanciones millonarias en el T-MEC como la decisión de prohibir el glifosato y los productos genéticamente modificados que, además, han generado retrocesos para la industria mexicana.

Por último, no olvidemos que, con una sola declaración, se logró mandar casi a la quiebra a una parte importante del sector financiero, al sancionar a Vector, CI Banco e Intercam y amenazar a otras instituciones por, según el gobierno estadounidense, ser los puntos donde el crimen organizado lava su dinero.

Hablando desde la definición y, regresando a mi comentario inicial, Trump y el gobierno estadounidense se empeñan en seguir ejerciendo un terrorismo institucionalizado contra México, los migrantes radicados en su país y su sistema económico y político. Acudo sencillamente al centro de detención para migrantes en Florida “Alligator Alcatraz”, donde ya hay mexicanos detenidos y donde el fiscal general de ese estado ha iniciado una campaña pidiendo a las personas que denuncien a sus parejas sentimentales para poder deportarlos o, las últimas noticias y lo que parece ser el colmo del hostigamiento trumpista, son las cartas enviadas a menores con amenazas de deportación, causando literalmente terror en la población joven y sus familias.

“Es cuestión de tiempo” dice el gobierno de Trump, antes de que organizaciones criminales mexicanas ataquen con drones (con explosivos) el territorio de Estados Unidos, a su población o a las fuerzas del orden en la frontera con nuestro país. ¿Será que se trata, una vez más, de una estrategia de generar una paranoia generalizada entre su población para engrandecer un discurso político y seguir teniendo excusas para sostener esta guerra cada vez menos fría con nuestro país?

CODA

Casualmente, esta semana se anunció, desde la conferencia mañanera presidencial, la adhesión de México a la alianza internacional en defensa de la democracia, una suerte de frente de países iberoamericanos cuyos líderes se consideran progresistas como Chile, Colombia, Brasil, Uruguay y España, que buscan unidad en contra del odio y los extremismos. A esta misma alianza, anunció Boric, presidente chileno, se unirán próximamente Honduras, Reino Unido, Canadá, Sudáfrica, Dinamarca y Australia. No vayamos a ser malpensados y creer que México comparte no solo similitudes culturales e históricas con muchos de estos países, sino que han sido merecedores de tratos parecidos desde el vecino del norte. Mucho menos vayamos a pensar que se trata de unirse bajo el argumento de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo.