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Hasta que el domingo nos alcance

Se acerca un día clave

 

Mexicanas y Mexicanos, como usted, como yo. Este domingo, primero de junio, seremos testigos de un evento histórico en este país, como aquellos que leímos en los libros de texto, como lo que nos contaban nuestros abuelos, como aquellos que han forjado las leyendas ampliamente conocidas por todas y por todos. Quién no recuerda, por ejemplo, la crónica de los días previos al Grito de Dolores. Y el gobierno itinerante de Juárez. Y la defensa de un sufragioefectivo que resultaría, primero, en la renuncia del Presidente transformado en dictador y, segundo, en una continua búsqueda por la libertad política. Todos los hechos anteriores enmarcados ahora en el imaginario colectivo como las tres grandes transformaciones de la vida pública de este país.

Precisamente ese es el punto; este domingo seremos, sino partícipes la mayoría, sí testimonios vivientes de la cuarta de estas grandes transformaciones. Estaremos o no de acuerdo en los comicios y lo que representan, como los hubo apoyadores y detractores en cada una de las previas, sin embargo, si algo caracteriza la historia del México como nos la han contado es esa álgida participación del pueblo, las personas de a pie, del día a día, que se unieron a luchar en exigencia de un cambio.

De lo que leemos y seguiremos leyendo en estos días es sobre la participación de la ciudadanía, ¿cuántos irán a votar? Y más importante, ¿cuántos votos se considerarán un éxito y cuántos un fracaso? Me puse a revisar unos antiguos apuntes de El Príncipe de Maquiavelo, particularmente aquellos donde habla de la legitimidad del gobernante ante sus gobernados. La conclusión a la que llega es que, basta con que el gobernante se sienta parte del pueblo y que el pueblo reconozca al gobernante como uno de los suyos para que este sea legítimo. 

En otras palabras, la elección judicial se volvió válida desde el momento en que se formuló una pregunta a la ciudadanía para ser tomada en cuenta al momento de decidir cuestiones que antes veían ajenas. Se colocó al poder al mismo nivel que el pueblo y viceversa.

De lo anterior podemos extraer una enseñanza fundamental y es que la política es un acto humano, regido por nuestras propias fuerzas naturales e instintos, por encima de las normas y costumbres. Las personas que decidan votar o no hacerlo, lo hacen motivadas por un sentimiento, más que por un análisis a profundidad de la decisión que están tomando.

 

Mucho podrá decirse de si el ejercicio del domingo era necesario, de si era la forma en que tenía que hacerse, de si los resultados van a favorecer a unos y perjudicar a otros. Todos los análisis son interesantes y todos tienen un puntoválido, observados desde la arista en que son planteados, sin embargo, concurren en la confirmación de lo que comento y no por hacer alusión a un lema en particular, pero precisamente, independientemente del resultado y sus consecuencias posteriores, por ahora seamos todas y todosbienvenidos a la construcción de la historia, un nuevo capítulo en la vida política de nuestro país.

 

Si algo puedo apuntar es que, votemos o no votemos, estemos o no de acuerdo en el proceso y sus resultados, creamos desde nuestro fuero interno que se trata de un ejercicio legítimo o no, es algo que ahora forma parte del nuevo México en el que vivimos. Regresando a Maquiavelo, me atrevo a citarlo: <<quien deja lo que se hace por lo que se debería hacer, aprende más su ruina que su salvación>>.

Así escojamos el sufragio como instrumento de premio o castigo, como forma de alzar la voz o como simple aprovechamiento de los derechos democráticos de los que aún gozamos, hoy les digo: 

¡Sal y vota!

Nos vemos el domingo.