Hoy en julio de 2025 y, al momento de escribir esto, suena fuerte la noticia: se han publicado en el Diario Oficial de la Federación 11 decretos, que incluyen reformas en temas como desaparición forzada, seguridad pública, telecomunicaciones y hasta en trámites burocráticos. Dicho paquete de reformas, he de mencionar, se promulgó ayer, el 16 de julio, por la presidenta Claudia Sheinbaum y fue aprobado por el periodo extraordinario en el Congreso. Un tiempo muy conveniente para hacerlo, ¿no?
Un tema que salta mucho a la vista es que la mayor parte de estas reformas no se tratan de temas nuevos, sino que son asuntos que llevan más de una década gestándose y han formado parte de la discusión pública en estos años.
Repasemos. El tema más fuerte, sin duda, son las posturas relativas a la militarización; el uso de las Fuerzas Armadas como encargados en labores de seguridad pública fue algo a lo que los hoy morenistas y aliados se opusieron de manera férrea cuando surgió la propuesta durante el sexenio priista del 2012 al 2018. Basta recordar que, en 2018, se invalidó la Ley de Seguridad Interior promulgada en 2017 por el entonces presidente Enrique Peña, por ser inconstitucional. Hoy, este mismo planteamiento termina de cerrar la pinza, primero, cuando el 30 de junio el Senado avaló la ley de la Guardia Nacional, subordinando esta institución a la Sedenay, ahora, con su aprobación como ley general.
Segundo, en 2014 fue ampliamente cuestionada la Ley de Telecomunicaciones por incluir la posibilidad de geolocalizar en tiempo real aparatos de telefonía móvil. Pues hoy, son precisamente esos opositores, que tanto criticaron esta ley hace una década, quienes acaban de aprobar una ley que mantiene intactos los artículos que permiten el acceso a esta geolocalización por orden de un juez federal.
Tercero y, probablemente, el más escandaloso, el “fortalecimiento” de la CURP con datos biométricos, esto, so pretexto de hacer frente a la crisis de desaparecidos, pues se prevé que esta información sea accesible para autoridades de seguridad que lleven a cabo investigaciones, conforme a lo previsto en la Ley del Sistema Nacional de Investigación e Inteligencia en Materia de Seguridad Pública. Una vez más, viajemos al 2009, cuando Felipe Calderón anunció que se expediría la Cédula de Identidad Ciudadana, que buscaba que se vincularan las huellas dactilares, fotografía y datos biométricos de los mexicanos, a través del Registro Nacional de Usuarios de Telefonía Móvil (Renaut), medida que fue suprimida por el Congreso dos años después, bajo el argumento de que no abonó para que los delitos disminuyeran.
Con la nueva aprobación de la CURP biométrica por parte de aquellos que en su momento criticaron la iniciativa, las y los mexicanos deberemos permitir que se integre a nuestra CURP, a partir de 2026, el escaneo del iris de los ojos derecho e izquierdo, además de las 10 huellas dactilares ambas manos, una foto y firma electrónica. Solo les recuerdo que la CURP es necesaria para activar y mantener activas las líneas telefónicas de acuerdo a la Ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión además de que será útil para trámites de acceso a salud, banca, educación, plataformas digitales y tareas de seguridad.
Y no es por sembrar paranoia, pero, para que vayamos conectando algunos puntos, también recordemos que de manera voluntaria ya entregamos muchos datos biométricos a través de redes sociales y aplicaciones digitales a particulares como Amazon, Google y bancos.
Termino de escribir con un cuestionamiento que lescomparto: ¿Será que en México el opositor rechaza las propuestas del grupo político gobernante por el simple hecho de llevar la contra? Y añadiría, ¿el grupo en el poder implementa reformas simplemente por su capacidad de imponerse?
Tal vez quiero resumir con una tercera pregunta: ¿En México hay políticos que efectivamente piensen en las reformas como un medio de generar un cambio positivo para las y los ciudadanos? O solo se trata de imponerse sobre sus adversarios.
Por ahora me queda claro que ser un reformista no significa ser un demócrata y, sobre todo, que una vez más se confirma, por más que repitan lo contrario, que no es el pueblo quien llega al poder, se trata solamente de una sustitución de élites. Ahí se las dejo.

